- el peso de la incertidumbre -

a veces una larga espera puede suponer un atajo al olvido. sin querer te dejas llevar por la corriente, dejas de agarrarte a lo que pisa tierra firme y decides dar el salto al vacío, a esa piscina vacía que tanto te atrae y no para de gustarte. y está lo de conformarte, pero eso queda como lo aburrido, no está hecho para tí. y te encanta lo que está arriba en la cima, cuanto más alto e inalcanzable mejor, la incertidumbre alimenta sin querer ese deseo irresoluto; la incertidumbre, es verdad, nos gusta, sin duda nos gusta más el viaje, el proceso… la consecución es algo estático, finito, los largos caminos escabrosos son en realidad los más placenteros, porque, al final, somos amigos de la auto-tortura, porque siempre la búsqueda parte de la insatisfacción, de la carencia, te encuentras con ese deseo invasor que todo lo cubre con su efecto-aceite, nos volvemos irracionales, salvajes, inmaduros, animales. nos volvemos nosotros mismos.
a veces lo que para tí ha sido un tiempo necesario podrá parecerle a otro una eternidad y esa larga espera puede suponer un atajo al olvido, a veces subir despacio para poder contemplar la perfección de la cima durante más tiempo supone la caída de nuevo, del deseo al olvido hay un paso porque ambos son instintos, ambas sensaciones incontrolables, tan pronto vienen, tan pronto se van… y sólo alcanzo a escuchar ruidos de máquinas y engranajes, a veces es más confuso el silencio que el propio ruido, no consigo escuchar tu voz, pero creo en ella y eso es suficiente ahora.

siempre pensé en el pánico del burrito de Buridán, que ante su incapacidad para decidir al final termina muriéndose de hambre porque no es capaz de elegir entre dos montoncitos de comida iguales. me alegro por mí, porque yo sí elegí.


-Luka-

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