Fotografía del Laberinto de Borges,
en la Estancia Los Álamos (San Rafael, Mendoza. Argentina)
[La Paciente Impaciente] - A pesar de que intento moverme siempre dentro de los límites de lo sutil... ¡no se lo puede usted ni imaginar!, ¡a veces provoca en mí sentimientos mucho más salvajes y brutos de lo que parece a simple vista!
[La Doctora Elegancia] - Pero debe sobrevolar el laberinto... Cuando uno está abajo, al principio, rodeado de todos esos altos setos que constantemente dividen el camino... ¡todo parece tan complicado!
[La Paciente Impaciente] - Está usted en lo cierto. Hay días que todo parece tan lejano y difícil...
[La Doctora Elegancia] - Pero... ¡procure volar! Obsérvese a usted misma desde arriba. Poder recorrer esos serpenteantes caminos con esos enormes setos alrededor, el olor a hierba mojada y recién cortada... ¡qué placer! ¿Entiende? Tiene que ser paciente y disfrutar de la ruta...
[La Paciente Impaciente] - Supongo... Yo no doy un paso atrás, ¿sabe? Iré, dormiré, soñaré y despertaré, una y otra vez, hasta que todo termine. Porque sólo cuando todo termine, todo empezará.
[La Doctora Elegancia] - Así tiene que ser. Nos veremos en el camino.
(Luka)
pd. De los encuentros entre el deseo impaciente y la calma meditada pueden resultar ilusiones adecuadamente conservadas para su consumo en el largo plazo) ----
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