- El Fondo del Cielo -

Me siento tan contenta hoy.
Miro atrás, hace justo un año, no podía estar peor. Destrozada es poco. La energía estaba más que perdida. Todo parecía estar más que perdido.
Y sin embargo hoy...
Hoy todo está más que bien.
Y a veces, estamos tan sumergidos en el devenir de los días, de las rutinas entre apuntes, trabajos (todavía parece que soy estudiante) que olvidamos que estamos vivos, olvidamos que estamos más vivos que nunca, y que sí, todo finalmente encaja. Existen indicios de equilibrio, y sabe bien.

Olvidamos que estamos vivos cuando de repente aparece Rodrigo Fresán.

Y alcanzo con él, no ya un lazo amistoso escritor-lectora, algo mucho más íntimo. Un entendimiento especial (¿es mi escritor amarillo?). Yo también creo estar en una ventana, encima de la multitud allí abajo. Y me fijo en él. Justo en ese momento él levanta la vista y nos encontramos. Él ha escrito un libro que yo tenía que leer (y no antes, ni después, ahora). Me siento muy contenta, muy alegre.

Me ha hecho cómplice, me ha explicado todo de manera sutil, como a mi me gusta. No me ha contado una historia. Me ha contado momentos inolvidables, me ha recordado que sólo importa el ahora y el aquí, y que, sin embargo, todo lo que pudo haber sido es igual de válido que lo que es, además de estar sucediendo a la vez, sin casi notar su respiración pero no por ello más muerto.

Rodrigo me ha recordado que yo también subrayé esas dos frases en La Invención de Morel. Que a mi también me pareció una de las historias mejor contadas. Y me parece que "El Fondo del Cielo" es un libro que mi querido Salo seguro hubiera querido llevarse de vuelta a Tralfamadore.

Le entiendo y me entiende. ¿Qué más se puede obtener de una relación escritor-lectora?

«Aquéllos tan distantes a quienes he contemplado desde aquí, tan cerca; porque es el ojo de quien mira el que finalmente determina la realidad de las distancias.»

De verdad han sido MOMENTOS MARAVILLOSOS.

Luka (entre los últimos Lejanos)
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