Bye, bye Lost.
Tengo la sensación de haber terminado un buen libro. Con sus partes de trama intensa y sus capítulos de temporada baja; con personajes atractivos y con otros mucho menos; con un final que rescata protagonistas pero también olvida alguno que otro.
Pero sin duda, un buen libro. Así es como he sentido esta serie. Es como si un montón de personas de todo el mundo se hubieran juntado en una suerte de lectura simultánea universal y comentasen sus impresiones a tiempo real. Más que una serie, un fenómeno sociológico.
He vivido un final bonito. Un libro muy largo (cinco años leyendo) y un final, en mi opinión, a la altura. Porque cuando hubo personas que se “descolgaron” de la serie en la 3ª temporada porque se había vuelto excesivamente “ciencia ficción” yo no hice sino emocionarme todavía más.
Ese era el punto.
Al final el encuentro es lo importante. Todo lo que pedimos emocionalmente a gritos parece suceder. La búsqueda termina siempre en un encuentro, del tipo que sea.
(No vemos osos, vemos posibilidades, aunque no seamos conscientes).
Y casualmente ha coincido con este final de Lost el que yo esté leyendo La Isla, de Huxley, donde un habitante de Pala viaja a Occidente en busca de un buen cirujano, porque le necesitan allí, en la isla, para curar al Rajá.
Estos y otros paralelismos no sólo me hacen sentir bien sino que me llevan a una conclusión: esta serie me ha hecho pensar. Y me quedo con eso.
Bueno, y con esto:
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