Día 6, Rangoli en el Sur de India



Transcribo lento a ordenador. En general el ritmo de clases teóricas y prácticas es exigente e intento estudiar y descansar en los ratos libres.





Paseando por las calles del barrio –el Gokulam (Mysore), es inevitable fijarse en los extraños ríos de tiza que dibujan a la entrada de las casas. Casi todas las casas tienen una verja a al final de una rampita que invita a entrar. Por la mañana bien temprano alguna de las mujeres de la casa, bien la abuela, la madre o la nieta, barren las hojas de por árboles y riegan con agua para dejarlo bien limpio. Cuando se ha secado el agua comienzan a esparcir el polvo de arroz en un ritual encantador que te invita a quedarte, a mirarlas y saber qué es eso que en unas zonas llaman Rangoli, en otras Kolam y en otras Muggu. 


El ritual empieza con la preparación de unos cuantos puntos de polvo de arroz, en alguna de estas tres combinaciones. La soltura con la que reparten los puntos, la distancia perfecta entre unos y otros, la seguridad del trazo imaginarios que los une...





Después, cada una elige un patrón –este es el arte– y los dibujos con líneas continuas representan diferentes formas y dibujos que pueden recordar a los mandalas. Las abuelas enseñan los patrones a las madres y a las nietas y así va pasando la tradición de generación en generación. Observando el ritual me viene a la cabeza Jung, que utilizaba los mandalas y otras figuras geométricas con sus pacientes y aseguraba que la observación de estos dibujos era terapéutica. 




Calles del Gokulam (Mysore, 2016)



Mandala dibujado por una paciente de C. G. Jung


Es un arte efímero y una tradición muy antigua. Son casi siempre patrones simétricos que parten de puntos y líneas, como motivo de bienvenida a la prosperidad y a la energía positiva para el huésped que llega a casa. Esta relacionado con el folklore y la festividad. Sobre el sentido de la tradición, bueno, he escuchado ya varias versiones. Las líneas de polvo de arroz antiguamente servían para que las serpientes no entrasen en casa –me cuenta Shrutie– ya que no se arrastraban por donde el polvo estaba esparcido. Se cree también que el trazo de las líneas continuas evita que entren los malos espíritus dentro de la casa. También sirven para que puedan alimentarse las hormigas y otros insectos. Pero todos coinciden en que el propósito espiritual es dar la bienvenida a las deidades en época festiva.

C. G. Jung también estuvo aquí, en Mysore, visitando a un gurú. Había sido invitado a viajar a la India por el gobierno indo-británico en 1938. Él también creía en la filosofía oriental y sus beneficios. Aunque el Mysore de aquel entonces se parecería poco a esto que yo veo.

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